Esta semana oramos por el legado de
Perpetua
Vibia Perpetua era una joven esposa de 22 años con un bebé. Vivía en Cartago, en lo que hoy es Túnez, en el norte de África. Su padre y su familia eran estimados en la comunidad. También tenía una buena educación.
En una época en la que las autoridades romanas perseguían duramente a los cristianos, Perpetua entregó su vida a Cristo y se convirtió en una creyente muy firme. Por ello, fue arrestada y llevada a prisión, donde, junto con otros, fue condenada a muerte. Su padre y otras personas le rogaron que se retractara, pero ella se negó rotundamente.
El 7 de marzo del año 203, Perpetua fue arrojada a las fieras en el anfiteatro de la ciudad. Mientras los emocionados espectadores miraban y gritaban, los animales salvajes la atacaron, la cornearon y desgarraron su vestido. Finalmente, un gladiador le clavó su espada y ella entró en el cielo, alabando y adorando a Dios. Sus últimas palabras fueron un estímulo para que los demás creyentes se mantuvieran firmes en su fe, no se rindieran nunca y no dejaran que el sufrimiento los separara de Cristo.
Oración
Señor Dios, gracias por el legado y la memoria de Perpetua, esta joven y valiente santa. Te pido que grabes en nuestros corazones las lecciones eternas de su vida.
Padre misericordioso, acuérdate de nuestros hermanos y hermanas retenidos hoy por las autoridades musulmanas porque han puesto su fe en Cristo y se niegan a retractarse o renegar de Él. Da a estos santos de hoy resistencia y audacia como se las diste a Perpetua. Ayúdales a manifestar el amor y el poder de Cristo durante su cautiverio y a declarar el Evangelio a sus captores.
Consuélalos, te ruego. Alivia su dolor. Acompáñalos cuando sean torturados. Que sientan tus brazos alrededor de ellos cuando se sientan solos y abandonados. Agudiza sus mentes y su memoria con versículos de tu Palabra que los calmen y alivien el dolor de sus almas.
Por tu Espíritu Santo, concédeles la gracia de perdonar a sus verdugos. Sorpréndelos con la alegría de ver convertidos a Cristo entre sus compañeros de prisión y los funcionarios de prisiones.
Promesa
… pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. (Mateo 10:22, NVI).